Ni un hectómetro por hora más ni menos.
Así quedaba el gps, dando fe de la máxima velocidad que he alcanzado nunca en kitebuggy.
El día se anticipaba para un record personal de este tipo, con predicciones de viento de gran variabilidad, entre 16 y 25 nudos, tipicas de escoger vela y despues ir muy pasado.
De hecho, cuando estaba ya en la playa, a la vista de lo que soplaba, volví al coche a por la 5,2, por si acaso. A la vuelta, a modo de contestación y con la bora 3,8 montada, el viento levantaba la arena por momentos.
Venga !!!. Salgo con 3,8 de empopada sin ningún problema y a buen ritmo. Apercibido por el señor Pistone, examino la renovada orografía antes de empezar a darle caña. Cinco largos muy bien, hasta que Eolo decide darme un aviso: al girar y empezar a ceñir derivo sin remedio hacia la arena seca, donde lo sigo haciendo hasta que freno la bora encima de las dunas.
El que avisa no es traidor, así que me doy por enterado y saco Century 2,5. Y a seguir. Al principio deseando tener una 2,8, al poco convencido de tener la vela adecuada. Día bronco, con rachas que de golpe desplazan lateralmente los 125 kilos del conjunto buggy+piloto. Busco los máximos apurando las frenadas al borde del agua. El viento se estabiliza en la zona de más fuerza, obligandome a bajar talla por segunda vez.
Más cómodo con vampir 1,8, aunque las líneas eran un pelín cortas. Un día de estos tengo que reorganizar velas y líneas . Busco de nuevo máximos de velocidad, pero creo que empiezo a estar muy muy cerca de mi límite, por lo menos en esta playa.
Aunque hay ganas de seguir, tengo muchas cosas que hacer en casita y la familia espera. La subida de la marea ya se empieza a notar, y el cansancio también, así que a las 11:00, después de 3:30 horas en la playa, decido ir recogiendo.