A primeiros deste mes de Xaneiro faleceu Xenaro Cebrián, o noso amigo e consiliaro -inda que xa non exercese, seguía a ser consiliaro no noso corazon-.
O Venres 18/01/2013 ás 20:00 teremos unha celebración na parroquia dos Tilos, para celebrar a súa vida.
Non podo expresar mellor que Pepe Losada o que quero dicir así que o referencio e o copio:
http://blogs.21rs.es/losada/2013/01/03/un-canonigo-divino-para-el-cielo/
Jenaro y la verdad del camino
Seguro que en el cielo ya le han dado el trabajo de recibir a aquellos que llegan cansados del camino y necesitan un primer abrazo y una primera mano de bendición y de caricia en la misericordia…
Ha muerto de pie en el camino y para el camino… miles de corazones por todo el mundo están sintiendo y añorando esa respuesta rápida y directa, que salía de sus manos para todos aquellos peregrinos a los que acogió con corazón de Padre de Miseircordia, consuelo y ánimo, y con los que mantenía una relación fraternal, paternal y sobre todo esperanzada y consoladora- eran miles-. Para él, ser canónigo en la catedral de Santiago, en los últimos años de su vida, era un modo de entrar en la revelación del Dios de la vida y del camino, que se le iba presentando en cada vida de los peregrinos, y en cada historia humana que se acercaba al final del camino con el deseo de un encuentro profundo y de una escucha sencilla y sincera que ayudara a entrar en la transcendencia de lo vivido en el caminar. A entrar en la mirada de la vida a la intemperie del silencio, de la soledad, de la dureza, y de la lucha por avanzar, ganándole luz al camino.
Hace unos meses era Pepe Alonso- consiliario de JEC yPX- el que se nos iba rápido después de haber dado la vida, hoy mi homenaje y recuerdo es para Jenaro, ese consiliario diocesano de la JEC en Santiago de Compostela; un sacerdote entregado como nadie a la presencia evangelizadora en el mundo estudiantil y juvenil. Lo conocí en su segunda etapa como consiliario en edad ya avanzada, pero siempre firme en el acompañamiento y en la fidelidad a los jóvenes y al mundo del estudio en el instituto y en la universidad. Valoro como me animó y ayudó a ser consiliario a fondo, sin dudarlo, optando sin más. Buscó apasionadamente que algún sacerdote siguiera con esta preocupación y dedicación a evangelizar el mundo estudiantil en su especificidad.
Su ejemplo fue de una entrega y una dedicación única; era capaz de hacer cientos y miles de kilómetros con tal de que algunos militantes estuvieran acompañados y crecieran en su formación y entrega al Reino de Dios y su justicia en medio del mundo. Recuerdo perfectamente aquellos militantes a los que acompañaba, por el hecho de que no estuvieran solos, aunque él se sintiera mayor y ya débil, cediendo todo protagonismo a aquellos laicos intrépidos y radicales que creían con ahínco en el Reino de Jesús.
Cientos de profesionales coherentes, críticos, maduros, participativos, y con gran experiencia de Dios y de la Iglesia pueblan Galicia, España, y más lejos, sabiendo de Jenaro como padre y acompañante siempre fie en los procesos que vivieron en el movimiento de la Juventud Estudiante Católica. Mostró un rostro de Dios animador y animado, amigo de la esperanza y de la transformación de la realidad. Siempre creyó que el reino avanza desde lo pequeño y se va realizando en lo poco, cuando hay proceso de vida y de encuentro profundo con el propio interior y vida, con la realidad de la sociedad, y con la entraña del evangelio de Jesucristo, que ilumina y conduce a un juicio salvador y transformador de la realidad.
Junto a él aprendí a amar al mismo tiempo a la juventud y a la Iglesia, y a entender que somos fieles a la Iglesia cuando somos fieles a los jóvenes y nos entregamos a ellos, a la vez que somos fieles a ellos, cuando les ayudamos realmente a encontrarse con Jesucristo y con la comunidad eclesial como lugar de fraternidad y de vida auténtica.
Sé de su coherencia y de su espiritualidad profunda y constante, su testimonio de alegría, su generosidad y su entrega radical, por eso creo que desde el cielo , junto a Pepe Alonso, ya estarán pensando cómo ayudarnos a hacer el camino, y pensando cómo nos van a recibir cuando acabemos y lleguemos al monte del gozo de la vida eterna, para entrar por el pórtico de la gloria. Allí nos encontraremos el rostro del Padre bueno, y nos daremos cuenta de lo que se parecían a él Jenaro y Pepe. Los dos se han ido con el corazón infartado, roto, pero sobre todo acabados de tanto amar y querer, hasta lo último, hasta que el corazón ya no aguantaba más amor y se deshizo en cachos para ser siempre de todos.